El fantasma en la máquina: la okupación en los Países Bajos
La figura del okupa, o kraker en neerlandés, ocupa un lugar único y a menudo mal entendido en la historia de la vivienda en los Países Bajos. Evoca imágenes de una era pasada de protesta social, pero la realidad legal actual es marcadamente diferente. Fundamentalmente, la okupación es el acto de tomar posesión de una propiedad sin el consentimiento del propietario. Esto se hace casi siempre en edificios que están visiblemente vacíos y sin uso, a menudo durante un período prolongado. Las motivaciones pueden ir desde una necesidad desesperada de vivienda en un mercado ajustado hasta una declaración política contra la especulación inmobiliaria y la decadencia urbana. Es crucial distinguir esto de un inquilino que deja de pagar el alquiler o se niega a irse después de que su contrato termina; la característica definitoria de un okupa es que nunca tuvo permiso para estar allí en primer lugar, creando una dinámica legal completamente distinta.
Históricamente, especialmente desde la década de 1960 hasta la de 1980, la okupación fue un fenómeno generalizado en los Países Bajos, en particular en Ámsterdam. Se alimentó de una grave escasez de viviendas que coexistía con un gran número de edificios vacíos en manos de especuladores. El movimiento de okupación (kraakbeweging) se convirtió en una poderosa fuerza contracultural y política, argumentando que el derecho a la vivienda primaba sobre el derecho del propietario a dejar una propiedad vacía. En ese momento, la ley ofrecía un área gris. Mientras una propiedad hubiera estado vacía durante más de un año, la okupación no se consideraba un delito penal como el allanamiento. El desalojo requería un largo procedimiento civil por parte del propietario, lo que daba a los okupas un grado de estabilidad temporal y convertía la práctica en una estrategia de vivienda viable, aunque precaria. Este periodo vio nacer muchos centros culturales y comunidades de vivienda famosos en edificios ocupados, cimentando cierta imagen romántico-anarquista del kraker en la conciencia pública.
El fin de una era: criminalización y Anti-Kraak
El panorama legal cambió drásticamente el 1 de octubre de 2010, con la introducción de la Ley de Okupación y Vacancia (Wet Kraken en Leegstand). Esta ley criminalizó de manera inequívoca la okupación en todas sus formas. El acto de entrar y ocupar una propiedad sin permiso se convirtió en un delito sancionable, con posibles penas de hasta un año de prisión (o más si se emplea intimidación o violencia). La intención principal de la ley era reforzar los derechos de propiedad y simplificar el proceso de desalojo. En teoría, una vez que se denuncia una okupación, la policía puede investigar y, con la autorización del Ministerio Público, proceder al desalojo. Se eliminó el antiguo requisito de que el propietario tuviera que recurrir a un juicio civil completo, cambiando fundamentalmente el cálculo de riesgo para los okupas.
Sin embargo, la realidad sobre el terreno sigue siendo más compleja. Incluso con la ley de 2010, un desalojo no siempre es inmediato. La policía todavía necesita establecer los hechos: ¿quién es el propietario legítimo? ¿La propiedad estaba realmente en uso? Esto puede llevar tiempo. Mientras tanto, los ocupantes pueden obtener una "paz doméstica" temporal ('huisvrede'), un concepto jurídico neerlandés que protege la santidad del hogar, incluso de uno ocupado, frente a entradas arbitrarias. Esto significa que la policía o el propietario no pueden simplemente derribar la puerta; deben seguir el procedimiento. Una consecuencia directa de esta criminalización ha sido el crecimiento explosivo de la industria anti-kraak. Los propietarios, temiendo a los okupas, ahora contratan agencias para colocar residentes temporales en edificios vacíos por una tarifa muy baja. Estos residentes anti-kraak no son inquilinos; son "titulares de licencia" con casi ningún derecho, a menudo obligados a desalojar con solo unas semanas de aviso. En una ironía profunda, la ley diseñada para combatir la okupación ha creado una nueva clase de residentes precarios, posiblemente con aún menos protecciones que las que tenían los okupas de antes.
Okupa frente a inquilino que se queda: una distinción crítica
Para los arrendatarios en Luntero, la conclusión más importante es el abismo legal entre un "okupa" y un "inquilino". Un miedo común, a menudo fomentado por propietarios intimidantes, es que si permaneces en una propiedad después de que tu contrato de plazo fijo expire, te conviertes en un okupa ilegal. Esto es falso. Si tenías un contrato de arrendamiento válido, eres un inquilino. Tu presencia fue, al menos inicialmente, legal. Si tu contrato de plazo fijo termina y el propietario no te proporcionó el aviso de terminación por escrito exigido por la ley (entre 3 meses y 1 mes antes de la fecha de finalización), tu contrato, por defecto, se convierte en un contrato de duración indefinida con plenos derechos de inquilino. Tienes todo el derecho a quedarte.
Incluso si el propietario sí te dio el aviso adecuado y te niegas a marcharte, aún no te conviertes en un okupa. Te conviertes en un ocupante ilegal, pero sigues siendo reconocido legalmente como el antiguo inquilino. El propietario no puede llamar a la policía para que te retiren por allanamiento u okupación. Su único recurso es el sistema civil—deben demandarte para el desalojo, el mismo proceso descrito para inquilinos con contratos indefinidos. Un okupa, por otra parte, es un asunto penal. Puede ser arrestado y procesado. Confundir estas dos situaciones es una táctica común para asustar a los inquilinos con contratos de plazo fijo y hacer que se vayan sin problemas, incluso cuando la ley está de su lado. Entender esta diferencia es uno de los conocimientos más poderosos que puede poseer un arrendatario en los Países Bajos.