El momento de la evaluación
La inspección final, o eindinspectie, es el acto final de un arrendamiento. Es una revisión formal de la propiedad, idealmente realizada el último día del contrato de alquiler, con la presencia tanto del inquilino como del arrendador (o su agente) presente. El propósito de esta reunión es comparar el estado actual de la propiedad con la condición documentada en el informe inicial de entrega (opleveringsrapport). Esta comparación determina si el inquilino ha cumplido con su obligación contractual de devolver la propiedad en el estado acordado. Cualquier discrepancia, más allá de lo que se considera 'desgaste normal' (normale slijtage), puede clasificarse como daños por los cuales el inquilino es financieramente responsable. El resultado de esta inspección es la base principal para cualquier deducción que el arrendador hará de la waarborgsom.
El proceso debe ser tan metódico como la inspección inicial. El arrendador o el agente recorrerá la propiedad, a menudo con el informe inicial en la mano, revisando cada habitación y artículo. Los inquilinos tienen el derecho, y deben absolutamente hacer de ello una prioridad, de estar presentes. Esto permite impugnar cualquier reclamación de daño en tiempo real, proporcionar explicaciones y asegurar que la evaluación sea justa. Por ejemplo, puedes argumentar que una determinada marca de desgaste constituye 'desgaste normal' (normale slijtage) en lugar de daño, o señalar que un defecto concreto ya estaba presente al mudarte, como se indicó en el informe inicial. La ausencia de la inspección final equivale a renunciar a este derecho, dejando la evaluación del arrendador sin ser disputada y dándoles carta blanca para documentar daños alegados sin tu intervención.
Desgaste normal vs. daño reclamable
La parte más controvertida de cualquier inspección final es la línea, a menudo borrosa, entre 'desgaste normal' (normale slijtage) y daño imputable (schade). La ley neerlandesa no ofrece una definición precisa y exhaustiva. En general, el desgaste normal se refiere al deterioro gradual de la propiedad como resultado del uso normal y cotidiano. Esto incluye marcas leves en las paredes por el mobiliario, pintura descolorida por la luz solar o un desgaste ligero en una alfombra en una zona de alto tráfico. Por otro lado, el daño imputable es resultado de negligencia, descuido o actos intencionales. Ejemplos incluyen agujeros grandes en las paredes, arañazos profundos o manchas de quemaduras en un suelo, baldosas rotas o una alfombra muy manchada.
La preparación para la inspección final es crucial. La propiedad debe ser devuelta completamente vacía de pertenencias personales y limpiada profesionalmente, como se especifica en el contrato de arrendamiento. Cualquier reparación menor que sea responsabilidad del inquilino, como tapar agujeros de clavos usados para colgar cuadros, debe hacerse de antemano. Durante la inspección, tener tu propia copia del informe inicial y tus fotos de entrada es tu herramienta más poderosa. Si un arrendador señala una zona 'dañada', puedes contrastarla de inmediato con el informe inicial. Al finalizar, se redacta un informe final. Nunca firmes un informe que liste daños con los que no estés de acuerdo. En su lugar, añade una nota que indique tu desacuerdo antes de firmar, o niega firmar por completo y comunica tus objeciones por escrito por correo electrónico inmediatamente después. Esto crea un registro de la disputa, que es esencial si necesitas escalar el asunto para reclamar tu depósito.